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TURBINAS ENCENDIDAS, VECINOS ENLOQUECIDOS Y FUNCIONARIOS MUDOS.

LA CIUDAD QUE SE VENDE SIN PREGUNTAR


RÍO GRANDE, Martes 15 de julio 2025 .- Cuatro turbogeneradores industriales operan desde febrero a gas funcionan las 24 horas en una zona urbana densamente poblada. Las denuncias por contaminación acústica, riesgos ambientales y estrés acumulado crecen. El ruido impide dormir, el aire es cuestionado y el terreno tendría vínculos con una empresa protegida. Sin estudios públicos, sin control, sin respuestas. Río Grande arde en rumores… y en gas.

NO SE PUEDE DORMIR. VIBRA TODO. LOS MOTORES ESTÁN PRENDIDOS LAS 24 HORAS DEL DÍA.
La frase no viene de una zona industrial ni de un área de obras públicas. Viene de un hotel en pleno barrio residencial de Río Grande. Desde febrero de este año, cuatro turbogeneradores a gas operan sin interrupciones en la manzana comprendida por Guayaquil, Cabot, Echelaine y Paso de los Andes, afectando directamente a más de 80 vecinos, según un relevamiento inicial. Los testimonios reunidos el 14 de julio en el Hotel Huemul revelan un panorama que combina contaminación acústica, posibles emisiones tóxicas, impacto económico y ausencia total de intervención estatal.

“VIBRA TODO, SE ME VAN LOS CLIENTES”
En el lugar más afectado, el hotel ubicado frente a la instalación, su propietaria fue clara: “No solamente es la contaminación sonora, sino también económica. Yo tengo mucha gente en el hotel que se me está yendo. No pueden dormir por el ruido, vibran las paredes, los vidrios. Tengo quebraduras en el piso. Me perjudica muchísimo.”

“MEDIMOS 80 DECIBELES. LO PERMITIDO ES 40”
Fabián Albornoz, uno de los vecinos organizados, explicó el proceso que llevó al reclamo formal: “Nos cambió la calidad de vida. Desde mi casa medimos 80 decibeles. Lo permitido, por lo que he leído, son 40. Ya llevamos una nota al Municipio y otra al Concejo Deliberante. Vinieron, colocaron todo al aire libre, sin seguridad, sin matafuegos. Y nadie volvió.” Los generadores, según los propios vecinos, operan día y noche sin pausa, generando un zumbido constante que impide el descanso y afecta la salud.

“EL DAÑO PUEDE SER ACUMULATIVO”
Un vecino que se identificó como anestesiólogo, firmante del petitorio, advirtió sobre riesgos más allá del sonido: “Uno de los peligros que más me preocupa son los contaminantes gaseosos que liberan. Son tóxicos, y su efecto es acumulativo. Mucha gente podría tener problemas respiratorios y no saber por qué. Puede que lo atribuyan al frío, y no a estas emisiones. Cuando se den cuenta, ya será tarde.” Esta preocupación quedó respaldada en un informe técnico entregado al Concejo, que estima emisiones diarias de dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y partículas finas, todas ellas asociadas a enfermedades pulmonares, cardiovasculares y cáncer.

“ESTAMOS ESPERANDO UNA RESPUESTA. NO VINO NADIE”
Pese a haber entregado notas formales el 7 de julio, hasta el momento de la entrevista (14 de julio), ningún representante del Municipio ni del Concejo Deliberante se había hecho presente en la zona ni emitido comunicado alguno. “No recibimos ninguna respuesta. Nadie habló con los vecinos. Lo único que hicieron fue recibir la nota”, confirmó Albornoz.

“YO ME ESTOY ENFERMANDO DEL ESTRÉS”
El testimonio más duro fue el de la dueña del hotel, quien relató el impacto en su salud: “Me está perjudicando. El estrés que tengo es impresionante. Se me está cayendo el pelo. Estoy perdiendo mis ingresos. Yo alquilo, tengo que juntar para pagar. Ellos tienen espalda para esperar. Yo no.” Según explicó, el movimiento de tierras comenzó en enero. Para ella, hubo tiempo de haber previsto medidas de aislamiento sonoro, pero no se hicieron.

¿QUÉ ES LO QUE ESTÁN HACIENDO ALLÍ?
Durante la reunión, surgieron versiones acerca del destino energético de los generadores. Algunos vecinos especulan que se trataría de una instalación vinculada al procesamiento intensivo de datos. “Para mí es una mina de criptomonedas”, dijo la propietaria del hotel. Otros, como Fabián, fueron más cautos: “Se dice eso, pero no lo puedo afirmar. Son comentarios.” Un vecino de la esquina agregó: “No sé qué significa minería de cripto, pero sí sé que los motores no me dejan dormir.” Por el momento, no hay documentación oficial que acredite la naturaleza de la actividad industrial en el predio.

“HICIERON TODO AL REVÉS”
Lo que sí se sabe es que los generadores están operando sin un galpón de aislamiento acústico, y que fueron instalados antes de ejecutar medidas de mitigación. “Lo lógico hubiese sido instalar primero el galpón, luego los motores. Hicieron al revés. Y ahora nos dicen que tenemos que esperar”, denunció una de las entrevistadas. También surgieron rumores sobre una posible expansión: “Escuchamos que podrían venir cuatro o cinco motores más. Eso sería inaguantable.”

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¿QUIÉNES ESTÁN DETRÁS?
Los vecinos mencionaron nombres en forma extraoficial. Se habló de una mujer llamada Cintia, que “está en la fábrica al lado”, y de un supuesto gerente que habría ofrecido “un resarcimiento económico” que luego quedó sin efecto. También se mencionó que el terreno pertenecería a una firma fabril de la ciudad, aunque no se han mostrado documentos ni se ha obtenido confirmación pública sobre la titularidad del predio ni sobre la autorización de la actividad.

¿Y AHORA QUÉ?
“Esperamos que el Municipio se acerque. Que nos escuchen. Porque esto no se puede seguir así”, dijo Albornoz. Al cierre de esta nota, se están evaluando acciones legales, aunque todavía no hay una presentación judicial formal. La abogada personal de una de las vecinas manifestó disposición para acompañar, pero espera una reunión general con los afectados para definir pasos colectivos.

AL final de esta nota… pero continuamos investigando.
Este caso revela más que un conflicto entre vecinos y ruido. Expone una instalación industrial de alto impacto en plena zona residencial, sin consulta previa, sin control visible y sin respuesta oficial. Decenas de personas viven desde hace meses con el cuerpo vibrando, el sueño interrumpido y la salud en tensión. Todo mientras los generadores siguen encendidos, de día y de noche. “No pedimos nada extraordinario. Solo queremos vivir en paz”, dice un vecino. Y en Río Grande, ese derecho parece estar en pausa.

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