POR LEONARDO DI BENEDETTO
BS AS, 5 DE JULIO 2025.- En apenas seis meses, 63 personas murieron en situación de calle en distintas provincias del país. No murieron por el frío solamente: murieron por pobreza, por abandono y por un Estado nacional que se desentiende de su gente.
Doce de esas muertes ocurrieron entre mayo y junio, mientras el invierno golpeaba y las políticas sociales eran barridas por el ajuste.
La cifra no salió de ningún ministerio. La levantaron organizaciones sociales e investigadores de la UBA que, mientras los funcionarios hablan de «libertad», cuentan cadáveres que no entran en los informes oficiales.
¿Qué libertad puede tener una persona que duerme en la calle y muere sin atención médica, sin techo y sin comida? ¿Dónde están los que prometían «terminar con los privilegios de la casta»?
Los datos provienen de la Asamblea Popular por los Derechos de las Personas en Situación de Calle y del equipo de investigación “Sociabilidades por los Márgenes”, que hace años viene documentando lo que muchos medios ignoran: la muerte lenta y sistemática de quienes sobran en la Argentina del ajuste.
Un mapa nacional del desprecio
Las muertes ocurrieron en al menos nueve provincias: CABA, Buenos Aires, Mendoza, San Luis, Río Negro, Neuquén, Jujuy, Tucumán y Salta.
En solo dos meses, 12 personas murieron por causas asociadas al frío. Lo repito: doce muertes en un país que dice tener superávit, pero no tiene vergüenza.
Este dato será parte del Registro Único de Violencias contra personas en situación de calle, que se presentará oficialmente el 19 de agosto. En 2024 fueron 135 muertes. Hoy, ya van 63. ¿Alguien va a frenar esta cuenta?
No fue el invierno. Fue el sistema.
“No son muertes que ocurren solo en invierno”, dice Jorgelina Di Iorio, doctora en Psicología e investigadora del CONICET. Y tiene razón: el frío mata, pero más mata el hambre, la desnutrición, la falta de atención médica, la desidia estatal.
Hoy no hay política de emergencia. No hay refugios, no hay alimentos, no hay sistema.
Hay un modelo de país que excluye deliberadamente a los que molestan visualmente en la ciudad limpia y ordenada del marketing oficial.
Ajuste, deshumanización y silencio oficial
¿Dónde están los voceros de la libertad ahora? ¿Dónde están los que hablaban de «solidaridad compulsiva»?
¿Qué hacen mientras el termómetro baja y la muerte acecha a quienes ya no tienen ni DNI, ni domicilio, ni voz?
Lo que está pasando en la calle no es una “crisis humanitaria”. Es una política de abandono deliberado. Y los que gobiernan, los que aplauden, los que miran para otro lado, son responsables.
En la Argentina del ajuste y del cinismo, morir en la calle ya no es noticia. Es estadística.
Pero desde los márgenes —otra vez—, las organizaciones sociales, los trabajadores de la salud, los que no renuncian a la empatía, siguen contando muertos, exigiendo respuestas y denunciando el silencio.
Porque cuando el Estado abandona, el pueblo tiene memoria. Y la calle también habla.