RIO GRANDE, 29 DE JUNIO 2025.-
Cansado de golpear puertas en el Municipio sin obtener respuestas, un vecino del barrio Apymema decidió no resignarse. Diego, profesor de hockey sobre hielo, puso manos a la obra y con recursos propios construyó una pista de patinaje para que las familias puedan disfrutar el invierno, en una ciudad donde la recreación se volvió un privilegio.
Lo intentó todo: dialogó con funcionarios, pidió acompañamiento, propuso una actividad inclusiva. La respuesta fue siempre la misma: excusas, promesas incumplidas o directamente silencio. Pero lejos de bajar los brazos, pensó en los chicos del barrio, en las familias que no pueden pagar lo privado, y levantó una pista de 15 x 18 metros en el patio de su casa.
Mientras la Municipalidad de Río Grande sigue ausente, él entendió que el invierno no es sólo frío y facturas impagables: también puede ser alegría, juego y comunidad, si hay voluntad. Y él la tuvo.
Desde este fin de semana, la pista de “Chacra Rojitas” se transforma en un pequeño refugio invernal. Se alquilan patines a bajo costo, y quienes lleven los suyos, patinan gratis en esta primera apertura. “No hace falta hacer plata con esto, hace falta que los chicos se diviertan”, dijo Diego, con una claridad que muchos funcionarios no parecen tener.
$9.000 cuesta hoy una hora con alquiler de patines, un valor mucho más accesible que cualquier propuesta privada. Pero aún así, no alcanza si no hay un Estado municipal presente, que garantice que todos los chicos, sin importar su situación económica, tengan acceso al juego y a la recreación.
El esfuerzo de este vecino es admirable, pero también una denuncia muda al abandono oficial. Porque cuando un ciudadano tiene que hacer lo que debería hacer el Estado, no estamos frente a un ejemplo: estamos frente a un síntoma.
Río Grande necesita más pistas de hielo y menos promesas congeladas. Más funcionarios con compromiso real y menos selfies con nieve. Mientras tanto, hay vecinos como Diego, que demuestran que cuando hay voluntad, sí se puede.