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Guadalupe Zamora: la concejal que habla del ajuste pero ajusta a los vecinos de Río Grande

POLITICA, VIERNES 22 DE AGOSTO 2025.- Las declaraciones de Guadalupe Zamora, presidenta del Concejo Deliberante de Río Grande, son una muestra de la peor hipocresía política. Con absoluta liviandad, aseguró que “nosotros no somos el ajuste cruel que está realizando el actual gobierno provincial y nacional”. Sin embargo, basta mirar su gestión y su bloque para confirmar que la concejal está muy lejos de representar una alternativa y mucho más cerca de los privilegios de la política que de las necesidades reales de los vecinos.

Mientras Zamora denuncia en la radio la falta de insumos en los hospitales y las clases que no empiezan, en Río Grande los vecinos padecen la desidia diaria: calles destruidas, barrios sin alumbrado, basurales a cielo abierto, agua contaminada y servicios colapsados. Familias enteras en Margen Sur viven rodeadas de perros callejeros y sin transporte adecuado, mientras que en Chacra XIII o el barrio Austral la falta de mantenimiento urbano es una constante.

¿Dónde estuvo la presidenta del Concejo Deliberante todo este tiempo? En lugar de empujar soluciones concretas, Zamora se dedicó a llenar su bloque del Movimiento Popular Fueguino (MPF) con nombramientos a dedo, engrosando la planta política con amigos, asesores y punteros. El Concejo que preside se transformó en una agencia de empleo para los propios, mientras la ciudad se cae a pedazos y los recursos públicos se malgastan en sueldos de militantes.

Es grotesco escucharla hablar de “modelo de gestión que priorice la administración de recursos”. ¿Qué administración de recursos puede mostrar una concejal que multiplicó cargos en su bloque mientras los comedores comunitarios no reciben apoyo suficiente y miles de familias dependen de ollas populares?

Zamora repite que su espacio “no es el ajuste cruel”. Pero en los hechos, ajustó la esperanza de los vecinos cada vez que el Concejo dio la espalda a los problemas reales de Río Grande. Ajustó cuando no exigió respuestas inmediatas a la crisis habitacional. Ajustó cuando dejó pasar los aumentos de tarifas municipales que hoy golpean a los bolsillos más humildes. Ajustó cuando permitió que la política se desconecte de la calle.

Y no nos olvidemos de un detalle central: Guadalupe Zamora no es una improvisada en estas prácticas, sino parte de una familia que siempre vivió de la política. Su apellido está vinculado desde hace años a los cargos públicos y a los privilegios de los despachos oficiales. Su “compromiso con la gente” nunca salió del discurso: siempre se tradujo en sostener una estructura familiar enquistada en el Estado.

El doble discurso es claro: Zamora construye un relato de oposición para las elecciones, mientras en la práctica es parte de una casta política que vive del Estado sin resolver nada.

En Río Grande, los vecinos no necesitan frases de ocasión ni declaraciones altisonantes. Necesitan concejales presentes en el territorio, que enfrenten de verdad los problemas estructurales. Y en ese terreno, Guadalupe Zamora ya demostró que prefiere proteger a su tropa de asesores y los intereses familiares antes que defender a los riograndenses.

Porque si hay un ajuste cruel, es el de la política de Zamora, que ajusta en la calle para sostener privilegios en los escritorios del Concejo y en la familia.

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