NACIONALES, 1 DE JULIO 2025.-
Mientras el salario se pulveriza, el consumo se desploma y la olla está cada vez más vacía, YPF se suma a la orgía del ajuste y mete un nuevo mazazo al bolsillo de los argentinos: desde este lunes 1° de julio, el combustible aumenta un 3,5% en todo el país.
La nafta sube, el gasoil sube, pero el sueldo no. La empresa estatal, que debería defender el interés nacional, elige jugar en el tablero de las petroleras privadas, escudándose —otra vez— en la “crisis internacional” para justificar lo injustificable. ¿Hasta cuándo vamos a pagar los platos rotos de una guerra que no libramos?
Como si fuera poco, implementan ahora una “tarifa inteligente”, que no tiene nada de solidaria: el precio varía según la hora y la región. Si cargás a la madrugada y usás la app, te descuentan un 3%. Si encima lo hacés en modo autodespacho, otro 3%. Pero mientras tanto, el litro de súper se va por las nubes, y llenar el tanque es una hazaña imposible para el laburante promedio.
Este nuevo golpe no es aislado: se inscribe en una política que aprieta siempre para el mismo lado. Porque cada suba de combustibles no sólo afecta al automovilista: se traslada a los alimentos, al transporte, a los servicios… a todo. Y el que lo paga, como siempre, es el de abajo.
En los barrios de Tierra del Fuego —como en cada rincón de la Argentina profunda— esto no es una cifra más. Es menos leche, menos pan, menos movilidad. Es gente que ya no puede llegar a trabajar, ni calentar su casa, ni ponerle comida al plato.
En plena crisis social, el aumento de la nafta no es sólo un número: es un acto político, un cachetazo a los que no especulan en la bolsa ni tienen acciones en YPF. Es un nuevo recordatorio de que cuando hay que ajustar, siempre ajustan sobre los que menos tienen.