VIERNES 13 DE JUNIO 2025.-
Tolhuin – El intendente Daniel Harrington quiso ponerle punto final a una denuncia que lo incomoda, pero terminó escribiendo un nuevo capítulo. En una entrevista radial del 12 de junio, intentó aclarar su rol en la controvertida entrega de tierras fiscales a su entorno más cercano. Pero lejos de despejar dudas, confirmó que en 2022 le adjudicó un terreno de casi 1.000 m² a su ex pareja, y que en 2024 lo retiró para entregarle otro terreno al hermano de ella.
La lógica de los hechos desmiente el relato oficial. El propio Harrington reconoció que actuó mal al otorgar el terreno a quien fuera su pareja. “Fue un error”, dijo. Pero la supuesta reparación llegó en forma de nueva adjudicación: otro lote fiscal fue entregado a su ex cuñado. ¿Es esto un acto de transparencia o una estrategia para mantener el beneficio dentro del círculo íntimo?
En sus dichos, el intendente apeló a una defensa técnica: que se actuó dentro del marco legal y que se corrigió lo que no estuvo bien. Pero en política, lo legal no siempre es lo legítimo. Y cuando la legalidad se usa para justificar decisiones personales, el discurso se transforma en coartada.
Harrington no explicó por qué, al advertir que favorecer a su ex pareja estaba mal, eligió como nuevo beneficiario al hermano de la misma persona. Esa omisión no es menor: es el corazón del problema.
La gestión Harrington ha pretendido erigirse como distinta. Más ética, más ordenada, más institucional. Pero este episodio muestra el desgaste de un poder que se enreda en sus propias contradicciones.
Cuando la ética se maneja con criterios familiares, el Municipio pierde autoridad moral. Cuando el discurso del “error” es seguido de una repetición del mismo patrón, ya no es un traspié: es una elección.
No se trata de Sandoval. Ni de una persona. Se trata de una estructura de decisiones.
Mientras muchos vecinos y vecinas de Tolhuin esperan un terreno hace años, sin respuestas, los que están cerca del poder acceden rápido, en cuotas blandas y con poca exposición. Y cuando hay exposición, hay excusas.
El problema ya no es la entrega original, sino la defensa de un modelo que reparte recursos públicos según relaciones privadas.
En política, aclarar no es solo hablar. Es responder. Es dar cuentas. Y, sobre todo, es no repetir.
Lo que Harrington intenta presentar como transparencia, en realidad es una confesión que deja expuesta la impunidad de los vínculos personales cuando se sientan en el sillón del poder.




Leonardo Di Benedetto
Periodista
Columnista político
investigaciones especiales para P&G producciones
FUENTE: AUDIO: AIRE LIBRE